lunes, 12 de marzo de 2012

lunes, 5 de marzo de 2012

El cuento fantástico: otra manera de inquietar

El cigarrillo

El nuevo cigarrero del zaguán -flaco, astuto- lo miró burlonamente al venderle el atado.
Juan entró en su cuarto, se tendió en la cama para descansar en la oscuridad y encendió en la boca un cigarrillo.
Se sintió furiosamente chupado. No pudo resistir. El cigarro lo fue fumando con violencia; y lanzaba espantosas bocanadas de pedazos de hombre convertidos en humo.
Encima de la cama el cuerpo se le fue desmoronando en cenizas, desde los pies, mientras la habitación se llenaba de nubes violáceas.

(zaguán: pasillo de entrada a una vivienda)
(atado: paquete de cigarrillos)
Enrique Anderson Imbert

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